Sobre el Blog

11Uno es uno y su circunstancia, como sugería José Ortega y Gasset preñado de mentalidad sociológica y, tal vez, de una impronta marxiana mayor de la que hubiera aceptado reconocer. O, quizá, uno es un simple cuerpo socializado, producto de las posiciones, gentes y ambientes a los que ha estado expuesto en sus campos sociales, según proponía Pierre Bourdieu. Sea como fuere, la pretensión de dirimir qué actos responden a nuestra libre voluntad, discerniendo qué pensamientos, sentimientos o intereses son realmente nuestros o proceden de nuestro entorno, resulta un empeño ciertamente inquietante.

Así como el individuo es indisociable de su circunstancia, o de sus posiciones, la ciencia es síntoma de su tiempo, tal y como enseñó Thomas Kuhn. De lo cual se deduce que el científico en modo alguno es ajeno a los intereses materiales o ideológicos de su entorno. Antes bien, y según advertencia del mismo Bourdieu, el científico también ocupa posiciones sociales, y por ello está cargado de intereses, prejuicios, temores, expectativas, que inevitablemente se proyectan a su trabajo. De modo que, para ser considerado propiamente un científico, este no solo debe generar conocimientos propios de su disciplina, sino que debe analizar asimismo las condiciones sociales en las que ha producido tales conocimientos.  Y es que la ciencia, y más aún el amplio espectro de las ciencias sociales, consiste tanto en interrogar como en interrogarse, con el fin de sacar el velo que esconde lo oculto (descubrir las luchas ocultas tras el supuesto sentido común). Para cuestionar las apariencias de las formas sociales, es igualmente necesario cuestionar el lugar que ocupa el investigador en el campo de su disciplina, y aun en los demás dominios públicos en los que se desenvuelve. Por supuesto, esta indagación acerca de los condicionantes de la propia actividad científica solo será factible si, para tal fin, se despliegan herramientas igualmente científicas, esto es, precisas y transparentes, amparadas en un capital contrastado de conceptos, teorías, generalizaciones empíricas y técnicas de recogida y análisis de la información solventes. Esta crucial indagación solo será posible, en definitiva, si hay interés en “saber y en hacer saber”, que decía Bourdieu, y si el científico tiene realmente capacidad de producir un conocimiento significativo, porque está sufientemente capacitado y dispone de los medios necesarios para emprender dicha labor.

En congruencia con estas inquietudes, este blog pretende mostrar no solo mi faceta académica (la de profesor e investigador), sino también mi faceta como divulgador del conocimiento científico (consultor, experto), junto con otras dos dimensiones primordiales de mi vida pública: la de ciudadano comprometido con su circunstancia y la aficionado a determinadas formas de ocio y belleza.

Pues uno es muchos, o por mejor decir, uno es uno, pero poliédrico. Para comprender más cabalmente lo que uno produce, es preciso escudriñarse desde caras y ángulos diversos. Poniendo así unas facetas en relación con las otras, pienso que el amable lector dispondrá de unas visión más completa y contrastada acerca del sentido y alcance de mi producción, y, quizá, una visión más coherente acerca de mi actividad pública general.